De mes en mes/abril 2014
El 22 de marzo culminó una etapa de movilización de las Marchas de la Dignidad, tal y como han venido anunciando los organizadores: no era el final, sino el inicio de un ciclo de movilizaciones en respuesta a las agresiones sociales que este gobierno realiza contra el pueblo, contra las clases populares al dictado de los mandatos de la Troika. Hemos de decir que culminó con un éxito sin precedentes, no sólo por la asistencia millonaria, sino por varios motivos más. Uno de ellos ha sido la unidad de colectivos sociales, sindicales y políticos, conjuntamente con las personas que se han organizado en los distintos territorios y que ha desbordado las mejores previsiones de los organizadores de la Marcha de la Dignidad. Un hecho histórico, en una movilización en la que lo social, lo político y lo económico ha estado presente. Otro es que esa unidad se ha forjado en torno a una propuesta política, un programa concreto de acción que sirve para la continuidad de la lucha en todos los ámbitos sociales y territoriales. Y por último, y no por ello menos importante, es una movilización organizada por la base y que ha demostrado que hay sujeto social, complejo, pero un sujeto social con nuevas formas de unidad, capaz de iniciar un proceso social, económico y político de cambio alejado del actual bipartidismo monárquico y claramente transformador, que nos lleve a un estadio constituyente, para nosotros hacia la Tercera República Federal y Solidaria.
La asistencia millonaria en la manifestación pacífica, legal, plural social y políticamente, con participación de todos los territorios del Estado, representativa de los sectores afectados por esta crisis-fraude, el esfuerzo de las personas que han hecho el camino desde sus respectivos territorios a Madrid, demuestra el apoyo al manifiesto y las formas de organización de este movimiento creado, el 22M, y que tiene vocación de continuar.
Porque esto es lucha de clases, y los y las de abajo, la clase trabajadora debe situarse a la altura para responder y luchar. Para ello es necesaria la acumulación de fuerzas y ampliación de colectivos y territorios.
Este movimiento ha demostrado de forma clara que no hay signos sociales de la tan cacareada recuperación que nos anuncian desde el gobierno, que las altas tasas de desempleo han venido para quedarse con estas políticas, que aumenta la pobreza según el último estudio de Caritas Europa en el que se informa que España tras Rumanía es el país con más índices de pobreza, los desahucios siguen sin solución y siguen las agresiones contra las pensiones y las prestaciones sociales, entre otras. Ha quebrado una de las estrategias del poder para adormecer a la ciudadanía y se ha dado un paso importante contra la resignación.
El pueblo reclama vivir con dignidad y la respuesta del gobierno y la prensa ha sido indigna. Los medios de comunicación del sistema, los medios comerciales que viven a la sombra de los gobiernos, han ninguneado un hecho como es el de miles de personas caminando hacia Madrid durante más de veinte días, silenciando incluso las reivindicaciones. También han atacado, a la orden del gobierno y de los poderes que lo sustentan, a las personas que reclaman dignidad, igual que hizo la policía cargando violentamente contra los manifestantes cuando aún no había culminado el acto.
¿Y ahora qué?, queda clara la continuidad de la lucha, de las movilizaciones en reivindicación del no pago de la deuda, de un trabajo digno o renta suficiente para vivir, de los derechos a vivienda, sanidad y educación pública y de calidad, contra la represión, los recortes sociales y la corrupción.
Esa continuidad del movimiento hay que reforzarla en cada territorio con acciones de lucha y concienciación, desobedientes y pacificas. Reforzar y organizar en los territorios las comisiones de apoyo, así como por las localidades por donde han pasado las marchas.
En el horizonte de esas movilizaciones podemos plantear una jornada de acción ciudadana capaz de paralizar este país, una huelga de consumo, de utilización de los servicios de la administración: colegios, centros de salud, etc.; donde las personas en situación de precariedad y desempleo adquieran un papel preponderante. De la misma forma que una acción masiva, como puede ser otra marcha a Madrid, ahora con más apoyos, donde seamos más que en el 22M.
Y por último, debemos apoyar u organizar a las personas desempleadas y en situación de precariedad. El Partido debe darles todo el apoyo político y organizativo del que seamos capaces. Hay que ayudarles a buscar una solución a su situación, a la vez que hacernos visibles para denunciar las falaces intenciones del gobierno y demostrar que esa mayoría silenciosa no lo es tal, como hicimos de forma colectiva el 22 de marzo.
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