Mundo Obrero
De mes en mes/enero 2015
Nos adentramos en el séptimo año de la crisis y en el año más apasionante
de la reciente historia de nuestra democracia (Cayo Lara dixit).
Ciertamente el carácter plenamente electoral del mismo así lo asevera.
En este año se van a confrontar proyectos, programas y prácticas en las
urnas y esto lo marca todo en una larga campaña hacia las elecciones
generales, con un alto de montaña con meta de etapa que serán las
elecciones municipales y autonómicas.
Las elecciones municipales siempre han sido el mejor campo de juego de
la izquierda en España, un terreno donde las propuestas de clase, las
propuestas para una vida digna, tienen un profundo calado. Los
ayuntamientos son la institución más cercana al ciudadano y el Partido
Popular los está vaciando de contenido, competencias y presupuestos. No
jugar este partido es una grave irresponsabilidad, puesto que hay que
ganarle al bipartidismo este terreno en la carrera de la lucha por el
poder político en beneficio de la mayoría social. Es desde abajo donde
se construye la alternativa al sistema y se construyen los pilares del
proceso constituyente.
En este marco, el Partido Popular reedita su campaña publicitaria de
“España va bien”; ahora con “la crisis es historia” lo último en el “hit parade”
de Mariano Rajoy, que con ayuda del poder mediático van a colocar esta
“canción” en las emisoras y televisiones, además de la retahíla de
periódicos de la derecha medieval que gobierna este país. Pero para que
toda historia de amor tenga un final feliz las dos partes tienen que
tenerse un cierto cariño y la sociedad española no está en condiciones
de ello. La extremada situación de paro, precariedad, pobreza,
desregulación laboral, recortes de derechos, corrupción, ataques a las
libertades, etc., de la que tantas veces hemos informado en Mundo Obrero, hacen imposible el creerse las mentiras del gobierno del Partido Popular y nosotros tenemos que ayudar e ello.
Ante esta situación, el poder se mueve en dos líneas. Por un lado, en el
cambio de discurso con el supuesto incremento de partidas sociales,
miserables y claramente insuficientes. Y por otro, el aumento de la
represión con la reforma de la ley de seguridad ciudadana, la llamada
“Ley Mordaza” ante la fuerte contestación social a las políticas
asesinas de la troika. Esta Ley no ha amedrentado a las organizaciones
sociales como las Marchas de la Dignidad que han convocado un amplio
calendario de acciones y movilizaciones para el año 2015, entre ellas la
vuelta a Madrid el 21 de marzo y la Huelga General laboral, social y de
consumo de 24 horas, si bien esto hace que haya que estudiar el cómo,
además de nuevas formas de acción y movilización. Las Marchas en su
próxima reunión deben abordar el reto y sumar a sus convocatorias al
máximo de colectivos y de organizaciones.
El PCE e IU son parte del Movimiento del 22M. Su firme compromiso está
demostrado día a día con plena lealtad y apoyo, cuestión que se echa en
falta en otras organizaciones políticas y sindicales.
Es en lo electoral, además de lo social, donde se va a definir el marco
de juego de este año. La apuesta por los procesos de convergencia se va
clarificando por las posiciones que se van expresando por los distintos
actores, especialmente por aquellos que se reclaman del cambio, de la
construcción del proceso constituyente. En este sentido nos
referenciamos en aquellos que consideran que el cambio será posible con
una sociedad fuertemente estructurada y organizada, para contraponer a
los poderes facticos “el poder de la gente”, aun si ganasen los nuestros
en las urnas, puesto que el proceso de construcción de una nueva
realidad, de un proceso verdaderamente constituyente, implica cambios
profundos y no sólo cosméticos. Y para eso, además del BOE, hay que
tener en pie una mayoría social que los defienda.
Es ahora, cuando adquiere más importancia una estrategia bien definida y
compartida por parte de IU y de las organizaciones que conforman la
Izquierda Plural sobre estos procesos en el ámbito local y autonómico.
La situación lo requiere. Sumar a estos procesos es garantía de
victoria. Los hechos suceden a velocidad de vértigo y hay que responder
de manera contundente y a la vez ágil a las situaciones que se van
creando.
IU debe solucionar los problemas internos. Lo reclama la sociedad, los
simpatizantes y los votantes. El tiempo corre y es necesaria una opción
de clase, de izquierdas y que esté con la mayoría social trabajadora
como garantía y anclaje para ejecución de las políticas en defensa de
los más desfavorecidos y los que sufren las crisis. Una organización que
no sucumba a los cantos de sirena y que hipoteque su futuro y el de la
mayoría social en un viaje a ninguna parte.
IU es parte, es un actor importante en la ruptura del bipartidismo, es
justo que recoja los frutos de su trabajo, que lo es de muchos y muchas
militantes, simpatizantes, votantes, cargos públicos y activistas
sociales durante los años de la crisis. Ahí nos quiere ver la sociedad.
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